
Sin entrar en polémicas sobre la ley antitabaco, con ese sofoco que ha provocado en los fumadores empedernidos, al final por no poder dar unas caladas también se vuelven intolerantes, tanto como los que no fuman y que tampoco han soportado nunca que nadie eche humos... Pero dejando a un lado las controversias y que todas esas exigencias se hayan convertido en leyes sobre los espacios públicos, al margen de las repercusiones económicas, sanitarias o cívicas, sin debates de opinión sobre derechos o libertades, lo que si merece análisis sociológico y hasta antropológico, son las respuestas generadas, como se manifiestan las protestas y en este caso, de connotaciones políticas, este cartel que debería de formar parte de la Memoria Histórica nos recuerda que en esta ciudad todavía quedan fuegos que humean.
0 Pincha este texto para comentarios.:
Publicar un comentario