
En la ciudad gaditana de El Puerto de Santa María, a la derecha de un camino, bordeado de chumberas, que caminaba hasta salir al mar, llevando a cuestas el nombre de un viejo matador de toros -Mazzantini-, había un melancólico lugar de retamas blancas y amarillas llamado La arboleda perdida.
Todo era allí como un recuerdo: los pájaros rondando alrededor de árboles ya idos, furiosos por cantar sobre ramas pretéritas; el viento, trajinando de una retama a otra, pidiendo largamente copas verdes y altas que agitar para sentirse sonoro; las bocas, las manos y las frentes, buscando dónde sombrearse de frescura, de amoroso descanso. Todo sonaba allí a pasado, a viejo bosque sucedido. Hasta la luz caía como una memoria de la luz, y nuestros juegos infantiles, durante las rabonas escolares, también sonaban a perdidos en aquella arboleda.
Rafael Alberti.
El dibujo es de otro buen portuense, también Rafael, el pintor Rafael Tardío, ilustró una edición especial del "Mar de Cádiz para El Puerto, otro motivo más para hacer esta entrada...
Hilando historias, rememorando recuerdos... para no perder la arboleda de orilla a orilla.
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