Chau número tres
Te dejo con tu vida tu trabajo tu gente con tus puestas de sol y tus amaneceres.
Sembrando tu confianza te dejo junto al mundo derrotando imposibles segura sin seguro.
Te dejo frente al mar descifrándote sola sin mi pregunta a ciegas sin mi respuesta rota.
Te dejo sin mis dudas pobres y malheridas sin mis inmadureces sin mi veteranía.
Pero tampoco creas a pie juntillas todo no creas nunca creas este falso abandono.
Estaré donde menos lo esperes por ejemplo en un árbol añoso de oscuros cabeceos.
Estaré en un lejano horizonte sin horas en la huella del tacto en tu sombra y mi sombra.
Estaré repartido en cuatro o cinco pibes de esos que vos mirás y enseguida te siguen.
Y ojalá pueda estar de tu sueño en la red esperando tus ojos y mirándote. |  Cerrar los ojos
Cerremos estos ojos para entrar al misterio el que acude con gozos y desdichas así en esta noche provocada crearemos por fin nuestras propias estrellas y nuestra hermosa colección de sueños el pobre mundo seguirá rodando lejos de nuestros párpados caídos habrá hurtos abusos fechorías o sea el espantoso ritmo de las cosas allá en la calle seguirán los mismos escaparates de las tentaciones ah pero nuestros ojos tapados piensan sienten lo que no pensaron ni sintieron antes si pasado mañana los abrimos el corazón acaso se encabrite así hasta que los párpados se nos caigan de nuevo y volvamos al pacto de lo oscuro
Mario Benedetti. Montevideo, 2008
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"Cada vez que toquemos un árbol con la palma de la mano, será un saludo a Mario con el corazón".
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