

Nos encontramos la puerta de la ermita abierta, invitando a curiosear en la oscuridad de su interior. Hace poco fue remozada por algunos devotos y modesta muestra sus encantos.
Supongo que hicimos como tantos paseantes curiosos y forasteros, entramos, dimos un par de vueltas observando las piedras, miramos al techo con cara de analizar las aristas de su cúpula y saludamos a su santo, San Antonio, qué casualidad.
Al salir casi pasa desapercibida una nota clavada en el marco de la puerta, parece un mensaje para un señor que no está...

Texto que se lee en la nota
Entro Señor en tus iglesias... Dime si tienes voz, ¿por qué siempre vacías? Te lo pregunto por si sabías que ya a muy pocos, tu pasión redime. Respondeme, Señor, o te deprime decirme lo que a nadie dirías: si entre las sombras de esas naves frías tu corazón anonado gime.
Confiesalo, Señor. Solo tus fieles, hoy son esos anónimos tropeles que en todo ven una lección de arte.
Miran acá, miran allá, asombrados ángeles, puertas, cúpulas, dorados... y no te encuentran por ninguna parte.
0 Pincha este texto para comentarios.:
Publicar un comentario