
Allí estaba,
...nuestra querida Diosa de los Mares...,
en una fachada de Vejer, asomada a la plaza del pueblo y custodiada desde los balcones por dos indigenas que la adoran y protegen...
En ese pueblo blanco, situado por encima de la cercana costa de la orilla sur, parece recibir la brisa del mar y no querer despedir al verano...
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